Estás tranquilamente en tu casa, viendo la televisión, comiendo, durmiendo, leyendo, no haciendo nada o las cosas que se puedan hacer en casa.
Escuchas el teléfono: ringg ringgg…
¿Quién será? Te preguntas. Tal no puede ser porque a estas horas no llama, cuál no creo que hablamos ayer, este no porque… Especulas sobre quién puede ser los pocos segundos que tardas en llegar hasta el telefóno.
Lo coges y escuchas: Buenos días.
Automáticamente se te activa la alarma: teleoperadora, quieren venderte algo. Pero esperas prudentemente por si es otra persona.
Y contestas “hola” o “buenos días”.
La chica, a veces chico (normalmente los trabajos de teleoperadoras son desarrollados por mujeres, algunos porque las empresas las prefieren, otros porque los chicos no suelen querer desarrollar esas tareas), te dice amablemente: “soy fulanita de tal y le llamo de X empresa” Silencio corto. “Le llamo para….” (introducción normalmente breve).
Ahora te toca jugar tu papel mientras piensas lo tranquilo/a que estabas antes de la llamada sin tener que dar explicaciones a nadie. En realidad una persona que no conoces te llama a tu casa sin que tú sepas de dónde sacan tu número de teléfono y muchas veces te sientes obligado/a a responder a tal señorita y a darle explicaciones sobre tus decisiones.
Hay veces en que el producto te interesa o que te han logrado crear una necesidad de tal producto y piensas “ay pues no me vendría mal, fíjate” Entonces pides que te expliquen más, haces preguntas (las personas somos distintas, cada cual con sus necesidades y dudas) y te decides a pedir el producto o pides que te llamen en otra ocasión para pensarlo o consultarlo.
Otras veces, la mayoría de ellas, no quieres el producto. Según el día que tengas respondes de una manera u otra, eso es un hecho probado.
Contestas amablemente, haces alguna que otra pregunta y le dices que no te interesa o te llame en otro momento que lo tienes que pensar o consultar.
Contestas bordemente.
Le cortas para que ninguno de los dos pierda el tiempo.
Y hay que entenderlas que hacen su trabajo, pero a veces son tan pesadas, y llama tanta gente a tu casa… que hasta te llegas a cansar tú que tienes toda la paciencia del mundo.
Tu forma de reaccionar puede variar de un momento a otro que pobre teleoperadora la que te pille enfadada.
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